Formentera es un auténtico tesoro natural que ofrece al visitante todo un universo de vivencias. Desde que fuera redescubierta en los años 60 por los primeros hippies, la isla se ha consolidado como la escapada natural por excelencia para aquellos que buscan experiencias únicas y genuinas.
El entorno natural es privilegiado, la gastronomía es exquisita, el patrimonio cultural está repleto de muestras y vestigios de indudable valor y la magnética atmósfera de la isla transmite unas vibraciones positivas difíciles de encontrar en otros destinos.
La primera impresión que experimenta el visitante al llegar navegando a Formentera es el cálido abrazo de de un aire lleno de aromas mediterráneos y de unas aguas de belleza multicolor. Una vez en tierra y escogida la opción preferida de transporte (en bus, en bicicleta, en moto o en coche) nos esperan un montón de cosas por ver y disfrutar.
Vista de Formentera con Ibiza y Es Vedrà en el horizonte
Las playas son uno de los puntos indiscutiblemente fuertes de la isla. De hecho, junto al mismo puerto de La Savina se puede iniciar, incluso a pie, una ruta que nos llevará hasta la celebérrima playa de Sus Illetes, de aguas traslúcidas, blancas orillas y fondos arenosos. Si decidimos llegar hasta el final del brazo terrestre que la alberga contemplaremos la belleza de dos orillas opuestas que se van acercando hasta confluir en el extremo final, el Pas de Trucadors, que nos separa del islote de Espalmador. Un auténtico goce para la vista.
Otras playas de largas franjas arenosas son su vecina playa de Llevant y la enorme extensión de la playa de Migjorn que ocupa una buena parte de la costa sur de Formentera. A nivel de calas, son muchos los rincones que garantizan un disfrute para los cinco sentidos, pero podríamos destacar a priori Cala Saona y sus blanquísimos fondos de arena, Es Caló de Sant Agustí, con su encantador puerto pesquero y sus varaderos artesanales o Es Caló des Mort, un discreto rincón ideal con casetas varadero.
Cala Saona - Formentera
Los pueblos también son un aliciente a destacar por su encanto y su personalidad. Sant Francesc Xavier es la coqueta capital que desprende un aire relajado a la par que sofisticado. En Sant Ferran, en el centro de la isla, como en la capital, encontraremos multitud de locales, como la mítica Fonda Pepe, en torno a una agradable zona peatonal. Y en el Pilar de la Mola nos acoge el encantador pueblecito que todos los domingos alberga su famoso mercadillo hippy, objeto de devoción por parte de un público amante de la artesanía y la originalidad.
Mercadillo en Formentera
Otro mercadillo a destacar es el de Es Pujols, el centro turístico por antonomasia, que cada verano abre sus puertas con una animada oferta de ocio.
Para los amantes de la contemplación y de las grandes vistas hay que anotar el nombre de dos faros: el de La Mola, ubicado en la gran elevación rocosa del mismo nombre que se levanta en el extremo este de la isla. Grandes acantilados reciben al visitante que puede disfrutar de impresionantes horizontes y de un remozado centro de interpretación. Y el faro de Cap de Berberia, que se alza en medio de un paisaje casi lunar y que ofrece unas puestas de sol sencillamente espectaculares.
Faro de Cap de Barbaria - Formentera
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